sábado, 4 de diciembre de 2010

CRÓNICAS MALTESAS


Crónicas maltesas. Primera Parte

En el Neolítico, vivían en Malta, colonos sicilianos en cabañas, cornisas y cuevas cultivando cereales y decorando su cerámica fashion hasta que griegos, turcos y fenicios decidieron arrebatársela. A los fenicios los echan los superromanos con pecho de lata y a los romanos los convierte el coñazo de San Pablo Náufrago al cristianismo. Atacan los árabes, que son colonizados a su vez por los normandos, franceses, alemanes y españoles. Los apañolitos, entregan a perpetuidad la isla a una Orden de Caballeros, pero los Turcos Atacan de Nuevo III, hasta que aparece en escena Napoleón con sus polainas y su canesú. Los malteses piden ayuda a los fucking ingleses, que ocupan el país hasta que, en 1979, por fin se convierte en república.
Y de todo esto, los malteses tienen orgullo fenicio!?! Malta, tierra de contrastes.

Malta no te enamora a primera vista. La belleza natural de sus nativos, no lo es. No son simpáticos y ladran. 
Si pueden, te timan y casi siempre pueden.
Su look es como de Europa del Este en los fabulosos 80. Ellas, sólo prendas negras con tachuelas haciendo alguna concesión al estampado de leopardo que, como apuntó alguien en facebook, es lo único que consiguió poner de acuerdo a chonys, pijas y punkys. Minifalda por encima del culo, ropa de plástico, uñas postizas largas y decoradas, taconazos de infarto que les obliga a ayudarse a caminar unas a otras y melena hasta la cintura. A ellos les gustan ellas y llevan un lado de la cabeza pegada con gomina haciendo picos sobre la cara y el otro lado, asimétrico y en cresta.
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Crónicas maltesas. Segunda Parte

Otra cosa es el escenario. Todo el país es color vainilla y al atardecer, la piedra se ilumina como si se cargara con el sol durante el día.
Por lo turbulento de su historia, conquistas, batallas y putadas que todos los pueblos del mediterráneo se hicieron aquí, las ciudades son amuralladas. Las fachadas renacentistas, manieristas, barrocas y eclécticas están casi todas restauradas, pero en conjunto, todo tiene un toque decadente que lo aleja del efecto postal de la mayoría de los destinos turísticos.

Los personajes:

Marlon. Es una mezcla entre Annibal Lecter cuando lo sueltan en el Caribe, Dustin Hoffman en Cowboy de media noche y Pocholo.
Ronda los cuarenta. Es hiperactivo diagnosticado, bajito y con un altísimo concepto de si mismo. Todo él es un exceso. Pivotea a tu alrededor cuando andas por la calle, hace cinco veces el camino que tú haces como los perros pastores, se te mete debajo del chorro del secador porque aún tiene algo más que contarte y te acompaña mientras te lavas los dientes por si te aburres.

Chimo. El hombre tranquilo, el poeta, el que sufre.

Y yo.

Resultamos ser un trío de viaje inigualable.

La primera semana como guiris, Chimo, Marlon y yo, la pasamos visitando ruinas megalíticas que incluían grupos espirituales vestidos de blanco con flores en la cabeza haciendo rituales
newage, fortalezas, villas romanas, catacumbas, iglesias y la parada diaria obligada al Ollie's pub. Esto es, donde el imprescindible actor secundario Oliver Reed se murió durante el rodaje de Gladiator, después de haber bebido tres botellas de ron jamaicano, ocho botellas de cerveza alemana, incontables whiskies dobles y haber retado a pulsos a cinco jóvenes marinos ingleses de la Royal Navy!!!!! Ahora es nuestro oráculo, si dudamos, vamos a consultar a su espíritu. El bareto lo regenta un pedaso de gentelaman que masca tabaco, pesa más de cien kilos y lleva en la solapa un broche con una manzanita en homenaje a la Legión Inglesa. Es nuestra Reixa.
Siete días etílicos. Yo, sólo mimetizada con mi entorno. 
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Crónicas maltesas. Tercera Parte

Vivo en Valletta, la capital de Malta, en un piso precioso donde termina la ciudad y empieza el mar. Por la mañana, veo salir los veleros y los óptimis de la escuela náutica y por la noche salgo al balcón con una silla de playa, una lámpara de pié con pantalla de flecos y un té para ver cómo vuelven los barcos con sus luces blancas y rojas. Algunos son barcos de pesca que paran en un pantalán a descargar peixe de trapicheo en una lonja improvisada.
Las farolas de Sliema se reflejan en el agua como pestañas iluminadas waterproof efecto extralargo. Y a mi lado, una aguja medieval que se ve desde toda la city. Es una pena que no fume porros!
Nos dormimos escuchando la radio española en el ordenador, Chimo en su porno-bed con cabecera tapizada en un altillo de madera y yo en un colchón en el suelo debajo de una viga que cruje y se resquebraja sobre mi cabeza. Duermo taaan bien, que ni siquiera me muerdo los dientes.

A pesar del tráfico dudoso de mercancías, es muy difícil comprar pescado en Malta. Se alimentan a base de pasticci (una especie de empanadilla con puré de guisantes), pasta rápida y fish & chips.
Toda la ciudad es monumental. Sólo en Valletta hay treinta y cinco iglesias y ni un sólo supermercado, así que hacemos vida de barrio comprando en las tiendas de señores gordos rodeados de verduras, detergentes, dulces y papel higiénico y tomamos café en los bares donde sólo hay hombres que berrean un idioma que suena a árabe napolitano, pero que en realidad es semítico con influencia de todos los pueblos con los que se cruzaron.
Aquí los niños aún juegan en la calle agitanados hasta que anochece y las señoras parecen extras de pelis neorrealistas italianas que riñen desde los balcones y se enfadan por no se sabe qué.
Los gatos también son gordos y vaguean por las cientos de calles escalonadas en las que Lord Byron se cagó cuando abandonó la isla.
Valleta fue la primera ciudad planificada de Europa, de trazado ortogonal, como Nueva York o nuestro Ferrol y acostumbrada al serpenteo de Santiago, me pierdo en sus cuadrículas. Todos los días descubro rincones que no conocía y tienduchas increíbles.

Después de las invasiones turcas, cartaginesas y romanas, llegaron Amancio Ortega y los erasmus. Hace cinco años que Stradivarius, Zara y Berska empezaron a cambiarlo todo. Pero la mayoría de los establecimientos son aún tradicionales. Una especie de kioscos preciosos de madera vieja pintados de azul, verde, granate o mostaza que sobresalen de las fachadas y que cuando cierran quedan tapiados y esconden lo que venden. Las mercerías son mis favoritas.

Casi a diario, cojo un barquito pintado mil veces para cruzar la bahía. La otra orilla es el ruido, los centros comerciales y los estudiantes. Pero en el lado opuesto de la montaña en la que se levantó la capital, están Vittoriosa, Senglea y Cospicua. Otras tres bahías fortificadas que no me canso de mirar.

Llevo nada más que once días de viaje y me siento valletteña. Os escribo como si estuviera empezando una vida nueva en un lejano país. No sé cómo me sentará entender que sólo son vacaciones y que no soy Emily Dickinson en su retiro a Islandia.

Buenas noches y buena suerte.
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Crónicas maltesas. Cuarta Parte

Hoy llegó el frío. La huída de Marlon nos dejó cojos.

CAPÍTULO PACO MARLON

Quedamos en Barajas para empezar nuestro viaje, ver la exposición de Renoir en El Prado, cenar en un japonés y refugiarnos unas horas en casa de un viejo amigo suyo recién separado. Cansada de las videocreaciones superconstellations de mi CGAC, ver a Goya, Velázquez y Madrazo me emocionó.
En lugar del japonés, el amigo misterioso nos llevó a un videoclub-café en La Latina.
Chona (Nacho al revés, para diferenciarlo de otros muchos Nachos de su residencia de estudiantes en Santiago), según Paco, estaba pasando por su tercera reencarnación. Antes, había sido pintor torturado, poeta maldito, padre de familia con mocasines y ahora coach y ejecutivo creativo con corbata de punto e iconos mangas, chaqueta con coderas, gafa-pasta y canas. Hablamos de la terapia transpersonal, las nuevas religiones, el cine clásico y los boleros.
Nos llevó a su nuevo piso de soltero a las afueras de Madrid y se quejó del injusto papel de los padres-hombres hoy día. También nos aleccionó sobre la necesidad de comprarse un coche avant y trasladarse a un barrio residencial cuando tienes una criatura. Se acostó pronto.
Nosotros teníamos que hacer tiempo hasta las seis de la mañana para volar, así que decidimos chequear toda la casa para, a juicio de Marlon El Malvado, determinar el grado de metrosexualidad de su ex compañero. Lloramos de risa cuando descubrimos que todos los complementos de la casa debían ser rojos: servilletas, paños, platos, espumaderas... la fiebre
roja había empezado por la cenefa colorada que dividía la pared de la cocina. Fuimos siguiendo la pista hasta el cuarto de baño: jabonera! toallas!! cortinas de ducha!!! cuaDRITOS?? para mi era razonable, para Marlon, su amigo había alcanzado el grado de maraca suprema.
Supervisamos sus vinilos, sus novelas, su extensa carta de infusiones y tramamos sin éxito la maldad de completar (para cuando se hubiera levantado), un puzzle de 1000 piezas sobre un perro galopando en una campiña, al que Chona dedicaba una mesita especial.
Marlon se reveló como un gran freack de la Historia y la Antropología, así que le pedí que me contara El Imperio Romano y las cábalas sobre Neandertales y Cromañones hasta que sonara el despertador. Éste fue el principio de los relatos para dormir que nos acompañó todo el viaje. Marlon, El Cuentacuentos.

Cuando llegamos al aeropuerto a las cuatro de la mañana, yo como una autómata y él sobreexcitado, nos topamos con un submundo paralelo: el mundo lowcost. Sus habitantes sin cabeza dormían retorcidos sobre, ante, bajo, con y contra mostradores, barandillas, cintas transportadoras en pause, máquinas expendedoras de chocolatinas y refrescos o sillas de oficina. Algunos formaban grupos para protegerse, las parejas se prestaban las espaldas y los más veteranos sacaban el ajuar de sábanas bordadas, mp3 y almohadas.

A pesar de mi kit de los chinos sujetacuellos-tapones-antifaz fue imposible no escuchar la incansable promoción de productos Rayan-eh!. Cupones para pobres niños ciegos, cigarrillos sin humo, revistas de azafaifers en bikini y colonias libres de impuestos. El pasajero de delante resultó ser El Hombre Que No Sabía Decir No, todo lo quiso.

- Ajkmhk jñlhkdf jlkdjfalskjfk-
- What?-
Efectivamente, ni el taxman maltés hablaba inglés, ni Marlon y yo hablábamos maltés.

Los primeros días dormí sobre un tetris de cojines por el que se me colaba el culo, el codo, la cabeza... y a mi lado, en una loncha de colchón, Marlon me roncaba sus resacas al oído y deliraba llaves de judo sobre mi estómago. Lo empujé con pies y manos hacia su lado, llegué a llorar de rabia y agotamiento, pero El Enano (como le llaman sus amigos con licencia para insultar)resultó ser peso pesado, así que lo desterré a otro rincón del salón con una mantita de sofá que sólo le cubría medio cuerpo. Marlon, El Caballero Medieval.

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Toca hacer un breack. Con tanto ordenador me dió el ataquito, voy a coger el Ajaxpino y a dejarle a mi friendly friend la casa como los chorros del oro!!! El dueño de la casa va a venir a arreglar unas luces, pero no puede saber que estoy aquí instalada. Si viene, aspiradora en mano y me hago la ecuatoriana.

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Crónicas  maltesas. Quinta Parte

Estrenamos el flat de Chimo, de techos altos y acústicos, con una sesión nostálgica de karaokeyoutube: los tres dj's, pero con posibilidad de veto. Canciones que no conozcamos todos, veto!! mis grandes éxitos de Marulada Total, vetoo!! vetooOOO!!!!...
Bailamos los años ochenta y nos pusimos de acuerdo con Nacho Vegas para suspirar, Silvio Rodríguez para recordar y Calamaro para desafinar, pero alcanzamos el éxtasis con el Gran Manzanita y su versión del Rami-vi-to-vo de-de vio-letas. Nos abrazamos, nos desgañitamos, nos escupimos la letra a la cara hasta que descubrimos que nuestras vecinas se habían reunido en el parque de abajo a la una de la mañana y, sentaditas en un banco, miraban hacia nuestro balcón con curiosidad zoológica.

Marlon se puso al mando del ordenador y nos dijo- Ahora os vais a tomar por culo, que voy a llorar- Me di la vuelta para reírle la broma pero él ya había empezado. Se agarró la cabeza con las dos manos y me miró con cara de gárgola cabreada. Le dejé llorar amargamente un tema antiguo de Extremoduro.


Cada día, Paco amanecía antes que nadie en la casa, en el edificio y en el universo y bajaba a darse un baño desde las rocas del puerto. Después, volvía haciendo ruído para despertarnos. A veces, veíamos de lejos a un pequeño Click de bañador rojo haciendo estiramientos y moviendo los brazos en círculo a cámara rápida.

Algunas noches volvíamos pronto a casa para escuchar los relatos nocturnos de nuestro amigo. Podíamos elegir temas como en una gramola.
Yo escogí La caza de brujas en Europa, El viaje de Colón a Las Indias, La II Guerra Mundial y su tema fetiche y con el que debíamos ser especialmente cautos a la hora de formular preguntas para que su vena del cuello no reventase: Hitler.
Entre historias, se fueron entrelazando sus crónicas de la cárcel: trueque taleguero de mamada por cajetilla de Chester, chivatos de patio, asesinatos con cucharillas afiladas, mafiosos rusos encantadores, suicidios ejemplares y una mención especial para el más temido y odiado de entre sus presos: el malvado Allekema Lamari, terrorista islámico y estrábico del 11M. Porque nuestro Paco era también, Marlon, El Carcelero.

Hartos de comer pan con pan en puestos callejeros escogimos un
restaurante de carta francesa/mediterránea/asiática con algo de pompa. Ellos pidieron sus platos, pero yo me volvía loca ante tanto manjar indescifrable.  El camarero se marchaba ya para darme tiempo, cuando pensé en voz alta pero baja-  mmmh, creo que quiero conejo a la maltesa-. Marlon El Incontenible, con medio cuerpo encima de la mesa y el brazo apuntando a la zeca, decidió sin más empezar a gritar de forma descomunal- rabbit, RAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAABIIIIIIIIIIIIIIIIIITTTTTTTTT- sin please, sin sorry, sin garganta, como si lo estuvieran matando. Lo cómico pasó a lo trágico cuando nos dimos cuenta de que el camarero indú era todo sonrisas y dientes.
El gentelman impasible de nuestro querido Ollie's bar, después de observarlo unos días como una fiera enjaulada haciendo kilómetros en su local de cuatro metros cuadrados, cogió una servilleta arrugada y estirada y simuló meterse una raya mirando para él. Marlon El Ofendido, se dirigió hacia él para aclararle amenazante- I'm very nervious, veRRy NErvioUUUUUUUUUUUUSSSSSSSSSSSSSSSS, OK???????!
El episodio se repitió unos días después en un reggae-pub. El Enano quiso cambiar un mojito ya comandado por una Budweiser, BudweisEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEERRRRRRRRRR!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! otra vez subido a la barra baja de la barra demasiado alta, avanzando sobre el rastaman fumado que retrocedía hacia el botellero.
Nos hacía demasiada gracia, para intentar aplacar su descontrol de energía y tono, en el polite fucking english.
Lesson One. Vamos a liarla parda.

El del bar le dijo al del ultramarinos, que sabe por el frutero, que le comentó la vecina que... ya somos del barrio.
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Crónicas maltesas. Sexta Parte

CAPÍTULO CHIMO

Chimo es de Boñar. Un pueblo de León donde nieva y todos comen embutidos delicatessen.
Cuando lo conocí, tropezaba con las farolas, los adoquines y consigo mismo. Un tipo encantador.
Renunció a una vocación heredada para hacer crítica en un cine en el que nunca llueve.
Varado en una Compostela pantanosa, amenazada por una nueva plaga bíblica en forma de traición, la corriente lo llevó hasta la costa de un país en el que las botellas de vino barato todavía sirven de mensajeras.

Nos recibió desde el balcón de un cuarto piso sin ascensor. El portal, estaba abierto, igual que las puertas con pomos de cerámica, del resto de casas que vimos por el rabillo del ojo subiendo las escaleras, donde se acumulaban juguetes en eternas salas de espera.

Veníamos sin dormir, pero a un Marlon pasado de rosca y a un Chimo recién mediterráneo, no se le dice que no.
Subimos y bajamos corredores de viento, empinadísimas calles y callejuelas desde las que siempre se ve el mar.

Las maltesas, cuelgan cestos desde sus ventanas al estilo cubano, para que el panadero deje su ración diaria y tienden sin complejos ni multas, sábanas, fajas y calcetines en sus fachadas. Hay calles enteras que huelen a Mimosín. Cuando se les acaban los botes de suavizante, los reciclan como bollas para las chalanas y pequeños aljives de cañerías rotas.

Acabamos nuestro british breakfast en Republic Street. Sólo llevaba media hora en Malta y un señor enorme me ofreció trabajo como profesoressa de español. Aquel hombre con pantalón hasta la cintura y huevo apretado, había jugado en el Real Zaragoza y hablaba una poca di esponhol.

Esa misma noche, planeamos celebrar el cumpleaños caducado de Chimo con una fiesta del pijama. Marlon, mujeriego, capaz de beber nueve pintas diarias y hombre respetado entre rejas, era extrañamente, un verdadero experto en trucos de belleza. Cruzamos a Sliema para hacer acopio de mascarillas hidratantes para pieles secas, mixtas y grasas, según nos recetó. Después de examinarme de cerca se volvió loco y un poco Llongueras:

- Me estás diciendo que a tus 36 tacos no usas contorno de ojos ni limpiador purificante???? Y bebes agua?
- No mucha
- Pues estamos perdiendo el tiempo, nena!

Me vi abocada a comprar potingues rejuvenecedores y robé unos matasuegras para compensar el gasto.
Nuestra esteticién obligó a Chimo a afeitarse para que el tratamiento fuese efectivo.

- Tres pasos: 1. agua caliente para abrir poros. 2. dejar respirar la piel cinco minutos. 3. agua fría para cerrar poros.
 Reeeeeepetid conmigo: abrir poros- 5 minutos- cerrar poros!!!! Insistid en la "T": frente, nariz y barbillaaaAAA!!

No dábamos crédito a lo que oíamos.
Chimo no pudo soportar tanto horror. Nos abandonó.

Su mascarilla era arcillosa y amarilla y a falta de pepino, Marlon se puso dos rodajas gigantes de manzana en los ojos, era Homer Simpson. La mía era una mierda blanca y grasienta, a lo que añadí una pinza para rulos en el flequillo,  yo era Betty la Fea. Me retiró todos los piropos que me había hecho antes y hablamos de la vida sentados en la cocina.

Chimo, sensible a la poesía y Paco, amigo de la prosa, debatían sobre el desamor.

- No hay gomas para borrar los recuerdos?... las mudanzas son como el declive de una sinfonía... lo que más noto es el desapego de la piel...
- El desapego de la piel!!?? el desapego de la piel??!!! Follar, Chimo, foLLARRR!!! así te VA!!

Nos dormimos en el capítulo dedicado a Pizarro, los indios americanos y las enfermedades venéreas.
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Crónicas maltesas. Séptima Parte

El día que decidí perder el avión, Marlon se apuntó inmediatamente y Chimo, a pesar del circo y sus payasos, volvió a ofrecernos su litlle house.
Paco tenía que superar tres obstáculos. Llamó a su jefe, a su cuñada-contable y a su mujer. Sólo su jefe le dió el ok- Marlon vaiche sair, vaiche sair, aínda tes días!
Al otro lado del teléfono, escuchábamos a esa mujer con paciencia infinita decir- Paco, estás en fase maníaca, vuleve a casa!!
Yo le había metido el bicho en el cuerpo bajo el lema QUIERO VIVIR EN CHANCLAS.
Fué a consultar a Ollie's el Oráculo, fumó una cajetilla de Pall Mall, bebió cinco bocks de cerveza local y de su lista de contactos, llamó sólo a los amigos que sabía le iban a decir SÍ. En su delirio, quiso casarme con el menos malo de su grupo: un tal Chinaski, el pistlolero que se bajaría del caballo por mi. Alguien que se había rebautizado como el alterego de Bukowsky, me arrastraría sin remedio al síndrome del gen redentor femenino. Una teoría de mi padre sobre las mujeres y su fatal empeño en elegir al gallo más chulo del gallinero para reconvertirlo en pollo de compañía. El cowboy vestido de negro quedaba descartado.
Hasta la mañana siguiente, no supimos si Marlon había lanzado un último órdago a su vida o había vuelto al redil.

De madrugada, por si no nos volvíamos a ver, sentenció- Lo siento, pero ahora eres mi amiga. Y mis amigos ni tienen defectos, ni se equivocan-. Me va a gustar ser esa persona.
Echamos de menos su crazy way of life. Ahora, Chimo y yo somos como un matrimonio sin hijos.
Nos llama cada pocos días, su voz perdió energía, pero me temo que el bicho creció y se instaló para siempre con él: al llegar a España, pidió el traslado a una pequeña cárcel en Menorca.

Chimo, escucha música clásica para cocinar y para estar. Su lugar preferido en Valletta es El Albert. Un bar-tienda-dolcería-ciber, con terraza en cuesta, manteles de cuadros rojos y una joya: su dueño. Albert habla como Vito Corleone, es de ascendencia
española y no tiene horarios. Un filósofo de barrio que se sienta a fumar con sus clientes mientras comen, prepara cocina económica con caviar y hace amigos aunque sabe que, los que dicimos que volveremos, nunca lo haremos.
En el garito de Albert la gente se sienta y se mezcla. Un viejo escocés habitual, ve porno en los ordenadores del sótano. Nosotros tomamos el vermut con una sueca muy Amélie, un holandés motero y con Eneko, un fotógrafo inglés con nombre vasco, arillos dorados y camiseta marinera, que vive en la isla vecina de Gozo y que llegó a Malta persiguiendo por el mundo rituales religiosos. Lo invité a Galicia para que empiece por El Corpiño y acabe en cualquier semana santa de nuestra geografía siniestra.

Después de seis siglos de dominación árabe y de islamización a
golpe de tributo, los malteses levantaron trescientas sesenta y cinco iglesias en todo el territorio: una para cada día del año. Todo es un culto ostentoso a su religión robada. Cúpulas descomunales en todo pueblo que se precie, vírgenes suicidas que amenazan desde los chaflanes de los edificios en cada rincón, jesuses y angelitos esmaltados en las puertas y altares callejeros con un millón de bombillas de colores, falsas antorchas y flores de plástico.
Los autobuses color huevo y redondos, son como los que nos llevaban al colegio cuando éramos de otra época. Batidoras con ruedas de suelo metálico, asientos de skay rotos, respaldos oxidados, timbres de cuerda en el techo,
farrapos para las monedas, y dos palos; uno sujeta las cajitas rojas registradoras y el otro es la palanca de cambio de marchas. Sus conductores, son los nuevos tiranos de la sociedad maltesa, los putos amos.  Algunos buses, tienen una especie de sofacito contiguo al asiento del chofer, para que se les de conversación. Pilotan por la izquierda como los cívicos ingleses, pero están poseídos por su violenta y atávica alma siciliana.  Ellos también hacen gala de estampitas, luces, guirnaldas de flores y madonnas entre parabrisas.

La primera semana en Malta, alquilamos un coche para recorrer la isla. Me hacía ilusión conducir al revés, pero mi cerebro cortocircuitó. No sólo tienes que sentarte al otro lado y calcular distancias nuevas, además las marchas se meten zurdas, el pié del embrague no tiene hueco para descansar y se cuela entre los pedales, los espejos te devuelven la imagen que esperas doblemente invertida y en las rotondas debes entrar por donde tus reflejos entienden que vas a chocar. Duré media hora dentro del videojuego. Chimo, que había llegado anémico, se hizo una transfusión rápida de sangre maltesa y se encargó de los desplazamientos.



En este viaje, me tocó: infección de ojos. Según la medicina china, hay algo en mi vida que no quiero ver. Según Chimo- que dedicó más de veinte años a estudiar Farmacia en Santiago y eso lo convierte en mucho más que licenciado- sólo es lo que es: conjuntivitis alérgica. Un colirio y a dormir.

Al final del día, cada uno en su pequeñísimo reino, reemplazamos las speeches de Marlon por ediciones pasadas y narradas de La Rosa de los vientos: El Estrangulador de Boston, exorcismo a una niña en Madrid, la agonía de Napoleón en Elba... hasta que la batería del portátil se agota y la voz se apaga.
 
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Crónicas maltesas. Última Parte

Es la primera vez en años que no tengo prisa.

Cuando suena el despertador, yo me voy a la ducha con mi pelo al cuadrado y Chimo hace el desayuno. Batido de manzana, naranja, melón y leche de arroz. Yo me encargo de las cenas. Couscous con verduras, arroz integral con pollo, brécol y bistecs al punto. En el lunch, cambiamos la comida de pájaro por focaccias, pizzas, pies de queso y pecados peores.

La escuela de inglés está en el centro de Valletta. Es tan vieja como su directora. De camino, ensayo las canciones del coro- Pa pap, du du, bab bab, duuuuuuuaaa.
Aquello es la ONU. Italianos, gabachos, alemanes, finlandeses y la más loca de la clase: un cura suizo de camisa hawaiana, que viaja en business, bebe whisky y reza por mi.
La teacher es un personaje de El Show de Truman con sonrisa perenne y gestos impostados. Viste como en la Inglaterra de los libros de texto y se carda la permanente. La ropa acrílica de estampados satinados, no ayuda nada a su afamada falta de higiene personal. Si quieres sobrevivir en clase, ya no sirve aquello de -The pencil is on the table- en casos agudos de radioactividad, tienes que saber decir- Jean-Daniel open the window, pleeease!!!!
En el cole son buenos y nos llevan de excursión. Ian, un escocés rosa, se encarga de las actividades. Nos enseñó un agujero enorme en el sur de la isla que, según la leyenda, Dios escarbó de un zarpazo y dándole la vuelta al trozo de tierra como a un
flan, construyó un islote cercano en medio del mar. En Marsaxlokk (Bahía del Viento del Sur), los marineros pintan en las proas de sus barcos dos ojos maquillados con eyeliner para vigilar a los demonios del mar. Y Golden Bay es como el decorado de un spaghetti western: rocas golden, montañas negras y vegetación casi de plástico. La peste de bloques de hormigón, uralita y latas de coca-cola, aquí también lo acosa todo.
Los lunes, tenemos sesión de cine con subtítulos en inglés y palomitas.

Los martes, salsón!! Cojo un bus-cafetera hasta Pacheville (Las Vegas de Malta), para reunirme con otros danzones en el tugurio más terrible de la isla: EL Fuego. Al portero de ciento cincuenta kilos y uniceja, lo conocimos en la Era Marlon. Aquí está prohibido el divorcio, el aborto, el nudismo y lo gay. El Enano, por tocar los huevos, saltaba sobre su oreja desde su posición liliputiense, para preguntarle si conocía algún friendly pub filo-gay. Nos fuimos antes de que se accionase el botón de las ostias en aquel robot de ojeras renegridas. El armario ahora no me saluda.
Me habían dicho- Si llegas tarde al Fuego, te toca bailar con un turco pesado. Siempre llego tarde. El turco pesado es un iraní educado, encantador y sin ningún sentido del ritmo.
El sucedáneo de profesor- con alma de animador de piscina- es un brasileiro con micro de oreja, braga en cabeza, sobremusculado y camiseta XXS, que mueve al rebaño a la orden de movimientos pélvicos y patada al aire. Ante tanta exuberancia tropical, no puedo hacer otra cosa que pedir una piña colada con pajita y bailarrrr.

Ayer, quise despedirme de Valletta y recorrí los sitios más míos.
Paré a coger un rayito de sol apoyada en la barandilla caliente de El Bridge, cerré los ojos y... una maltesa gritona, despechada y dramática, simuló querer tirarse por aquel puente- de altura ridícula- derramando litros de rimel. Su novio le prometía algo, pero ni ella ni yo le creímos. Llegó un policía carretando su barriga y se acabó la función.

Hombrecillos subidos a pequeñas grúas, aprovecharon la noche para decorar la ciudad con luces de navidad. La calle principal está jalonada por árboles de peluche, columnas con purpurina y altavoces que cantan rock&roll pastel. Debajo, el tío que vende mini botellas de arena, el señor que hace saltar arañas peludas, la chavalita de los silbatos de jilguero, la que toca el acordeón y el guitarrista mayor.

Me voy cuando empiezo a pensar en mi bad english, a conocer gente que no está de paso y cuando Chimo pone ya, mi cepillo de dientes, en el mismo vasito que el suyo.

Aquí se quedan Annita, Gíji, Eneko, Albert, Danielle, Alexandra, Ritva, Romina, Timmy, Michelle y Enrico, el hombre que sostuvo en sus piernas al mismísimo Oliver Reed mientras moría.



En la radio suena- Bay bay love, bay bay happiness... sería un buen tema para el coro.




Viqui




 






















13 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Megafán de Corín!!!

    me recuerdas a la obra maestra de Jean-Claude Lauzon: Léolo

    ...el niño que creía que había sido engendrado en un mercado de Quebec, al caer su madre sobre un tomate contaminado con el semen de un italiano...

    "Porque sueño, yo no estoy loco..."

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  3. Viqui que entretenidas tus cronicas! Me gustaron mucho. Calles que huelen a mimosin... esto me encantó!y el mundo low cost de gente sin cabeza me meé de la risa...jjj! y el sueño del bicho bola que te sacas de la nariz me dejó pensativa... yo no se si habré soñado algo parecido una vez... ;)
    Iris

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  4. jajajajjjjj, Iris tienes que escribir también tus sueños, por el bien de la humanidad!!!jajajajjjjjj

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  5. Intentar separarte de tu mejillón, pero qué crueldad! Y me preocupa lo del ácaro profesor. La verdad, me parece intrusismo profesional. No hubiera imaginado que pasaran estas cosas ni en sueños. Y tú sigue escribiendo, que me alegras la vida.

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  6. Yo también pensé en ti al despertarme!!!jajjjjjjj Te lo destripo: capítulo ácarofobia de Doctor en Alaska antes de dormir + coro al día siguiente= Gran profe ácaro. Te diré q hacíamos cola para verle y cotizaba al alza!
    Tú sí q eres la alegría de nuestras huertas!!

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  8. Hola Viqui, soy Dani, tu primo, aquel que nunca se presenta y compañero de ansiedades en la distancia. Llego aquí por recomendación de mi tía más querida y he pasado un buen rato leyendo y riendo. ¡Queremos más sueños! ¿Que fué del mejillón? ¡Mi pobret!
    Bueno aquí tienes un nuevo fan, ¡no dejes de escribir!
    Y te invito a que te pases por mi blog, cajón de satre de todo lo que me gusta y obsesiona:

    http://spaceshiprocket.tumblr.com/

    Bicos guapa,a ver si nos vemos pronto, aunque sea oniricamente!

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  9. hola daniiii!!!q sorpresa! estuve por tu blog y además del infierno, compartimos otros gustos!!
    No cuelgas tus dibujos? me encantaría verlos.
    Últimamente no sueño y ahora los mejillones... me los como.
    Me alegro de encontrarte en el ciberespacio, un beso muy muy grande

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